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  • Foto del escritorManuel Rojas Saume

Se pueden producir cosméticos y medicinas con las bacterias de las placas solares

Los pequeños microorganismos que viven en las placas solares, soportando altas temperaturas e irradiaciones solares extremas, podrían ser útiles para el ser humano. La primera investigación realizada en esta área concreta revela que pueden tener aplicaciones biotecnológicas en cosmética y dermatología o en tratamientos para enfermedades relacionadas con el estrés celular, como la obesidad o la diabetes.

energía solar placa

La compañía biotecnológica Biópolis, la empresa especializada en secuenciación genómica Lifesequencing y científicos de la Universitat de València, han sido los primeros en estudiar sus propiedades. Su investigación se ha basado en estudiar a los microorganismos que habitan en las placas solares fotovoltaicas, pues resultan un “entorno de gran interés científico por las condiciones extremas, especialmente de temperatura y radiación solar”.


Según datos de la universidad, gracias a esta investigación se han identificado más de 500 especies de bacterias distintas, que despiertan un gran interés en el ámbito biotecnológico. No todos los días en un espacio urbano se encuentran bacterias que puedan resistir a duras condiciones ambientales como la radiación solar. Por eso la investigación ha derivado de una oportunidad que no se podía dejar escapar.


Estos microorganismos han desarrollado unos mecanismos de defensa para soportar las duras situaciones a las que se enfrentan. Según Daniel Ramón, director científico y consejero delegado de Biópolis, el siguiente paso es estudiar las funcionalidades de las moléculas de estos microorganismos para que los mecanismos de defensa que les permiten vivir en condiciones tan extremas puedan ser utilizados en el desarrollo de productos de cosmética y medicina. Según explica el científico, “las posibles aplicaciones en el sector cosmético, por ejemplo, en el desarrollo de cremas solares, son el ejemplo más visible del potencial biotecnológico de este extraordinario ecosistema”.


El estudio se ha llevado a cabo durante tres años sobre nueve paneles solares situados en el parque fotovoltaico urbano más extenso de Europa, el del campus de la Universitat de València. Los muestreos se han realizado sobre todo durante los solsticios de verano, en las horas del mediodía, momento en el que se dan las condiciones más duras en términos de radiación solar y la temperatura de los paneles fotovoltaicos alcanza los 51 grados.


Además, para realizar un seguimiento de las muestras, se han comparado muestras obtenidas por el día con las de la noche, pudiendo saber si la comunidad microbiana seguía “viva” en todo momento. Estos datos les han llevado a la conclusión de que los microorganismos que habitan en los paneles solares tienen distintos perfiles protéicos de día y de noche. Estos microorganismos están dominados por los pigmentos rojizos y se adaptan a resistir ciclos de altas temperaturas, desecación y radiación solar, gracias a sus mecanismos de defensa.


Según Manuel Porcar, responsable del estudio, el ecosistema encontrado es similar al de los desiertos, más concretamente a un “auténtico desierto urbano, con oscilaciones tremendas de temperatura, alta irradiación y desecación continua”. Las siguientes fases de la investigación se centrarán en dos líneas, por un lado, el estudio de las funcionalidades de las moléculas de estos microorganismos y, por otro lado, el estudio de su producción industrial.

 

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