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  • Foto del escritorManuel Rojas Saume

Las rocas volcánicas de basalto también pueden capturar las emisiones de CO2

Siempre hemos dejado que los bosques, a través de la madera, y los océanos, a través del plancton, los corales y los peces, recogieran el CO2 y nos libraran a todos su toxicidad. Sin embargo, seguimos empeñados en explotar al máximo los combustibles fósiles, lo que tiene una consecuencia clara: aumento del dióxido de carbono atmosférico. Afortunadamente, un grupo de científicos ha descubierto que las rocas volcánicas también pueden servir para realizar este proceso.


Los bosques y los océanos ya no tienen la capacidad de aguantar más nuestra postura pues los altos niveles de CO2 acidifica los océanos. Una de las respuestas más claras a nuestra sobreexplotación es el cambio climático actual. Pero, ¿y si hubiera un método artificial que sirviera como sumidero de carbono? Existe y lo han descubierto un equipo internacional de científicos en la mayor central geotérmica de Islandia. El método consistiría en utilizar rocas volcánicas de basalto como las que también se encuentran en Canarias. Los investigadores han descubierto que este tipo de roca consigue solidificar el gas en tan solo dos año si se le inyecta directamente.


Hasta ahora se había intentado inyectar sin éxito CO2 en rocas subterráneas despojadas de silicatos ricos en calcio, magnesio y hierro necesarios para transformar el gas de efecto invernadero en carbonatos, que son más estables. Pero esta técnica implicaba filtraciones de CO2 si se producían fracturas en la roca. Pero utilizando rocas de basalto el CO2 se mineraliza en cuestión de meses y se llega a solidificar en dos años. Al estar la roca expuesta al CO2 y al agua, se produjo una serie de reacciones químicas y finalmente el carbono se convirtió en un mineral calcáreo blanquecino. Este proceso podría haber tardado cientos o miles de años en la mayoría de las rocas, según estudios anteriores.


“Esto quiere decir que podemos bombear grandes cantidades de CO2 y almacenarlo de una manera muy segura en un plazo muy corto de tiempo”, explica Martin Stute, coautor del estudio e hidrólogo en el Lamont-Doherty Earth Observatory de la Universidad de Columbia (EE UU). “En el futuro se podrían usar estas plantas geotérmicas en lugares con gran cantidad de basalto y hay muchas localizaciones”, añade. De hecho, todo el suelo marino está cubierto por esta roca negra y porosa.


Tras el éxito del primer experimento, el consorcio de científicos ha empezado a inyectar CO2 a un ritmo de 5.000 toneladas por año desde 2014, y la mineralización se ha mantenido a la par. Este verano, la compañía planea que la inyección se duplique.


 

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